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Entrevista a Roberto Quintana

Roberto Quintana: “La obra atrapa: el público se ha puesto en pie aplaudiendo en poblaciones pequeñas y grandes, y eso es por la potencia del texto”

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Está a punto de cumplir los 70 años. De Roberto Quintana se podrían contar muchas cosas, que se resumen en su amor por el teatro y la interpretación. Es uno de los grandes actores de la escena nacional que ha dado Sevilla, catedrático de teatro y además un luchador por dotar a Andalucía de estructuras de apoyo a la creación –no en vano es uno de los impulsores del Centro Andaluz de Teatro y del Centro de Documentación de las Artes Escénicas de Andalucía–.

Incansable, sigue en escena y nos ha regalado el personaje de Stefan Zweig por el que está nominado al Premio Actor de Escenarios de Sevilla. Veremos el resultado el próximo martes 24! 🙂 Mientras tanto, nos quedamos con sus palabras. Y os recordamos que “Una hora en la vida de Stefan Zweig” volverá a escena en el teatro La Fundición los días 26 y 27 de enero

P.- ¿Qué ha supuesto que llegara a sus manos el papel de Stefan Zweig y este año de trabajo?

  1. Quintana.- Zweig fue una persona real, y es conocido por sus creaciones como escritor. Cuando apareció el papel sentí fascinación por él de inmediato. Está siendo una experiencia fascinante como actor.

Siempre he tenido una suerte inmensa, porque no he interpretado en mi carrera ningún papel que no me gustara. En esta ocasión se trata de un escritor austriaco –uno de los intelectuales europeos de la época– que encarna parte de la historia del siglo XX, la de las dos grandes guerras y los Felices años 20, y sobre todo, de un atractivo personal enorme.

La obra habla de Zweig, de su realidad y la de ese momento histórico, pero también introduce fantasía en la última hora que transcurre hasta su muerte: la aparición de un exiliado judío que les interrumpe en su casa en el exilio y que busca explicaciones sobre un cuadro que estuvo en posesión del escritor.

P.- La obra es profunda y además un drama, lo que hoy en día no está nada de moda. ¿Cuál ha sido la reacción del público?

  1. Quintana.- Sorprendente. El público queda atrapado desde el primer momento. Lo último que hemos hecho han sido una docena de representaciones por localidades de la provincia de Sevilla: San Juan de Aznalfarache, Écija, Mairena del Alcor entre otros… Y el público ha seguido la obra con una devoción casi religiosa.

Han quedado atrapados durante hora y media con una obra que es densa, a veces críptica y donde se habla de personalidades de la pintura o la filosofía de aquel momento que no tienen por qué conocerse hoy…

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Al finalizar la obra la reacción ha sido siempre la misma: el público en pie aplaudiendo. Hemos escuchado “bravos” y en alguna ocasión incluso la gente ha dejado sus asientos y ha avanzado hasta el borde del escenario para hacernos sentir más cercano su aplauso y en dos poblaciones después de la obra algunas personas se nos han acercado para comentar la obra, algo que tampoco es habitual.

Esto sólo tiene una explicación: el texto tiene una potencia descomunal. La primera escena es la más dura porque Stefan Zweig y su mujer, Lotte Altman (Celia Vioque), están preparándose para morir… y pese a eso conecta maravillosamente con el público. Luego entra en escena el tercer personaje, el de Fridman (interpretado por Íñigo Núñez) y con él factores teatrales muy potentes.

Esto en un mundo donde la palabra está perdiendo su valor, está mal utilizada y despreciada, esta obra es la prueba de su importancia. Es la base de la interpretación, la palabra logra transportar a lugares, evocar olores, transmitir sensaciones… es lo que logra captar al espectador.

P.- ¿Cómo construyó el personaje de Zweig?

R Quintana.-  Me he acercado a él a través del texto, que para mí es el principio y el final del trabajo actoral. Además, conocía a Zweig de antes, había visto la película “Cartas a una desconocida” y había leído sus memorias “El mundo de ayer” sobre la Europa de los años 20 y 30 que después se viene abajo.

Pero sobre todo, las palabras de una obra tienen un poder evocador. En el mundo actual primero se ve y después se escucha. Sin embargo, en el teatro es al revés. La palabra es la reina del escenario: cómo habla un personaje define su energía, su tiempo vital, cómo se mueve y cómo se expresa… toda esa información está en el texto.

Con ello el actor puede lograr que el espectador navegue por un mundo de emociones. Un actor es el intermediario, está al servicio del papel. Si tu personalidad propia lo aplasta lo que queda es una exhibición personal, de las que hay muchas ahora … pero entonces el espectador podrá hablar de lo guapo que es un actor pero no se va a meter en la historia.

P.- ¿Cómo ha sido trabajar con Sergi Belbel?

R Quintana.-  Ha sido muy fácil trabajar con él. Nos entendemos con sólo mirarnos. Trabajé con él por primera vez en el año 2000 en “El alcalde de Zalamea” y después ha habido otras obras. Es el tipo de director que respeto, un director que adora a sus actores y eso se nota en todo. Primero elige el reparto y luego, si lo tiene, monta la función. Y si no, no la hace.

Recuerdo que al llegar a la primera lectura de una obra nos preguntó a los ocho actores si habíamos pasado por Producción y estaba todo en regla. Algunos no habían tenido tiempo de hacerlo aún así que no empezamos hasta que se resolvió. Si alguno finalmente no participaba, iba a cambiar de obra. Siempre dice que “el actor es el único elemento vivo del escenario” y que es lo esencial.

Sergi Belbel es un director fascinante y magnífico.

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P.- ¿Ha llegado a hablar con el autor, Antonio Tabares?

R Quintana.- Sí, vino a la primera lectura de la obra, que se hizo en el Casino de la Exposición. Fue fabuloso hablar con él. Es una persona que huye de señalarse. Nos dio permiso para cortar y cambiar el texto, pero no lo hemos hecho. El estilo literario es perfecto, el ritmo es equilibrado y magnífico y e el que domina la acción.

Además, tiene una carpintería teatral perfecta, los personajes están definidos magistralmente, incluso el que es inventado, Fridman, que encaja con los reales porque está inspirado en uno de los protagonistas de una novela de Zweig.

Estuvimos tres días representando la obra en la isla de La Palma, donde reside Antonio Tabares, y fue una experiencia magnífica.

P.- ¿Y la relación con sus compañeros de reparto?

R Quintana.- Con Celia (Vioque) muy bien desde el principio. E Íñigo (Núñez), que se ha incorporado posteriormente cuando la obra ya estaba en marcha, ha entendido el personaje desde el principio. Yo participé en las pruebas de selección, a las que se presentaban cinco actores e Íñigo, sin haber visto ni un vídeo ni una foto de la obra, enganchó con Fridman de inmediato.

Lo mejor de este reparto es que nunca trabajamos solos, sino unos para otros. Nos oímos en el escenario, nos ayudamos y complementamos. Esto es algo que no es fácil que ocurra, aunque, como he dicho al principio, siempre he tenido mucha suerte. 

Roberto quintana nominado a mejor actor por «Una hora en la vida de Stefan Zweig» en el SevillaFeSt

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¡Feliz fin de semana a todos!

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